Mojácar

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La marcada presencia geográfica de Mojácar es uno de los principales elementos de su singularidad. Por este motivo, la actuación dispone una contextualización de este paisaje, interpretando y releyendo esta característica básica urbana. La topografía define el perfil característico de Mojácar, explicando su ubicación y trama. Es un pueblo con escaleras, con pendientes, con recorridos de ascensión marcados como un ritual de llegada. Y es en este recorrido donde se enmarca la propuesta, como una nueva puerta de acceso,
reconocible en la distancia, focalizando su atención y señalando el ámbito de entrada con una escala urbana, poniendo en valor su ubicación y visuales. Su dimensión permite establecer un diálogo de escalas con las grandes fachadas colindantes y con la posterior muralla de contención del terreno superior.

El proyecto trata de superar la intención de generar una conexión meramente funcional con una propuesta que sugiere un espacio urbano, una escalera dentro de la trama urbana que aspira a convertirse en un elemento más dentro de su callejero. La propuesta por tanto se consolida en una dualidad de elemento construido y de vía pública, de equipamiento de accesibilidad y de carácter simbólico de llegada. La nueva conexión aspira a ser parte construida de la ladera que la acoge. Una estructura de acero en voladizo avanza sobre la vía pública, acogiendo las escaleras de conexión y un ascensor urbano que permite lograr una total accesibilidad, generando así la escala urbana de la intervención y aceptando el carácter paisajístico de la pieza.

Los puntos de apoyo, situados en la roca, facilitan el buen comportamiento estructural del conjunto y muestran su inserción casi topográfica en el desnivel a salvar, reduciendo al mínimo posible el impacto sobre la rasante natural del terreno. La fundamental premisa de la accesibilidad nos conduce a la inserción de un ascensor en un sitio de fácil acceso y totalmente funcional, que es acogido por los elementos existentes (roca, desnivel, vegetación…) con una mínima invasión, y que genera nuevos ámbitos urbanos mediante planos adaptados a las cotas sucesivas a enlazar (inicial, final y viviendas pre-existentes). La sucesión de espacios a distintos niveles recogen los flujos a conectar entre las dos cotas. La propuesta dibuja estas relaciones y preexistencias, potenciando los vínculos actuales y creando otros nuevos.

Un mirador remata la pieza con un espacio en gradas donde poder detenerse y sentarse a contemplar la ladera tras el recorrido de ascensión. El descenso de las gradas amplía las proporciones del hueco, aumentando su escala y enmarcando el paisaje. Las mismas piezas de revestimiento se convierten en lamas sólidas que proporcionan sombra en la parte superior.

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Colaboradores:
Francisco Álvarez Lloret, arquitecto co-autor