Casa md

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Mar y Daniel, amantes del deporte y la naturaleza, deciden construirse su primera casa tras un tiempo viviendo en un piso en Logroño y la llegada de su primer hijo. Quieren trasladarse a vivir fuera de la ciudad, en concreto a un pequeño pueblo, Viana, localizado cerca de su actual lugar de residencia. Buscan una vida más tranquila, lejos del ruido y con espacio suficiente en el que disfrutar de un entorno doméstico acogedor, fluido y luminoso en relación directa con un patio-jardín privado. En sus cabezas rondan además otra serie de deseos e inquietudes iniciales que para ellos son importantes, como la posibilidad de disponer de espacio suficiente para recibir visitas de amigos e invitados, una gran bañera en la que relajarse contemplando su jardín, y cierto apego por los espacios domésticos y la arquitectura japonesa.

El programa de vivienda a desarrollar es relativamente modesto, un par de dormitorios, un salón-comedor abierto a la cocina, espacios intersticiales en los que poder leer y jugar, un pequeño despacho en planta alta pero espacialmente vinculado con el salón, una red suspendida de lectura, quizá un pequeño rocódromo en alguna de las fachadas, un porche orientado a sur y una cochera con espacio suficiente para poder guardar su autocaravana, con la posibilidad de poder almacenar en ella toda su equipación de esquí y montaña y poder realizar su puesta a punto cuando llega la temporada invernal.

Por todo lo anterior, la casa MD comienza a tomar forma buscando esbozar a medida que avanza el proyecto un entorno escasamente jerarquizado en el que difuminar los límites de las distintas habitaciones inicialmente previstas a través de la concatenación y entrelazado de estancias y ámbitos, y la posibilidad de fusión ocasional de éstos, tanto conceptual como programáticamente, generando una promenade que actúe como soporte para el acomodo de la vida de sus futuros habitantes, dejando hueco y espacio para que su cotidianeidad pueda fluir sin restricciones pre-establecidas, y ofreciendo un entorno doméstico abierto en el que se vayan matizando sus
características ambientales y funcionales.

Una casa que se muestre al exterior como una construcción masiva delicada y blanca con destellos metálicos en cubierta, y que construya su propio paisaje interior en respuesta a las aspiraciones de sus habitantes, su programa de necesidades y ante la ausencia de un contexto próximo que aporte valores destacables susceptibles de ser incorporados al discurso de la vivienda.

En definitiva, la razón investigadora última del proyecto reside tan solo en la búsqueda, consecución y materialización de un cuerpo unitario, versátil y armónico a través de la superposición de distintas capas de carácter programático, sensorial, fenomenológico, estructural, constructivo y técnico. Todo lo demás (lo más importante), como en toda arquitectura y especialmente en la arquitectura destinada a vivienda, vendrá dado por el paso del tiempo, la huella y la impronta que vaya dejando tras de sí el devenir de las vidas de sus habitantes.

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Colaboradores:
Julio Carvajal Franco, arquitecto
Javier Gámez Moya, arquitecto técnico